
Las elecciones de Venezuela (más bien la parodia de elecciones en este sufrido país) de USA y de Kenya no pudieron tener escenarios más dispares. Físico y políticos. Pero, en los tres procesos las acusaciones de interferencias previas o posteriores a la elección fueron comunes. Ya no se trata de viciar el resultado de las elecciones con amenazas ni prebendas, ahora un hacker puede hacer “el favor”, probado que haya documentos digitales e Internet en el juego.Y, claro, siempre los hay. Los hackers han creado una suerte de instancia previa al día del voto, cuando pueden revelar secretos incómodos (o propagar mentiras en Internet) y de ese modo influenciar al electorado. El voto electrónico en sí mismo no es el que está impugnado por los observadores. De hecho, ni siquiera fue utilizado en las ocasiones mencionadas. Sus ventajas y cualidades son innegables. Lo que ocurre es que no hay ningún sistema informático que pueda librarse de la amenaza de un ataque. Ni el de sus clientes ni el de sus países.