
El Sr. Mark Zuckerberg (trajeado y sin su uniforme de genio cándido) compareció ante el Senado de los Estados Unidos. Pidió perdón por las fallas que permitieron que 87 millones de usurarios vieran desfilar su información para luego manipularla. Con aire compungido (sus empleados y abogados que lo rodeaban parecían sinceramente compungidos) incluso aleccionó a una seguidilla de senadores cuya especialidad, quedó en evidencia, no era la tecnología. Luego se relajo ( sus empleados y abogados se relajaron también) y sin dar mayor explicaciones, prometió ser más cuidadoso. Pedir perdón sin indicar la revisión de la conducta en disculpa y los modos de enmendarla no convence.