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06/12/2018 07:54 PM Comentario(s) Por Foresenics

  tittre enojado

Las mujeres que son extorsionadas y humilladas con la publicación de sus fotos y videos íntimos en internet. Lea más.

 

En 2009, Ghadeer Ahmed, una muchacha egipcia de 18 años, le envió un video a su novio a través del celular en el cual aparecía bailando en la casa de una amiga. No había nada pornográfico en ello, pero llevaba puesto un vestido muy sugerente y bailaba sin inhibición alguna. Tres años después, en un acto de venganza por el final de su relación, su exnoviopublicó el video en YouTube. Ghadeer entró en pánico. Sabía que todo eso -el baile, el vestido, el novio- sería completamente inaceptable para sus padres, sus vecinos y una sociedad en la que las mujeres deben cubrir sus cuerpos y comportarse con modestia. Pero, en esos años, Ghadeer había participado en la revolución egipcia, se había quitado el velo y había comenzado a pronunciarse sobre los derechos de la mujer. Indignada por cómo un hombre había intentado humillarla públicamente, decidió emprender acciones legales. A pesar de que logró que le declararan culpable por difamación, el video permaneció en YouTube. Y Ghadeer comenzó a ser atacada en las redes sociales por otros hombres.

En 2014, cansada del abuso y de preocuparse por quién podría haber visto la grabación, Ghadeer tomó una valiente decisión:  publicó el video en su propia página de Facebook. Al video le agregó un comentario en el que explicaba que ya era hora de dejar de utilizar los cuerpos de las mujeres para hacerles sentir vergüenza y silenciarlas. "No tengo motivos para sentirme avergonzada", escribió.

De la vergüenza al ostracismo

Ghadeer es más liberal que la mayoría de las mujeres árabes, pero su caso no es aislado. Una investigación de la BBC encontró que miles de jóvenes están siendo amenazas y chantajeadas con la publicación de imágenes digitales que van  desde el coqueteo inocente hasta lo sexualmente explícito. Los hombres obtienen esas imágenes a veces con consentimiento de la mujer y otras sin él. A cambio, les piden dinero, las coaccionan y hasta abusan de ellas sexualmente. La pornografía vengativa ocurre en todo el mundo, pero el poder de esas imágenes como arma de intimidación reside en su capacidad de infligir vergüenza en las mujeres. Y, en algunas sociedades,  la vergüenza es un asunto muy serio. "En Occidente existe una cultura muy diferente", le dice a la BBC Inam al-Asha, psicóloga y activista por los derechos de las mujeres en Amman, Jordania. "Una foto desnuda podría humillar a una chica. Pero en nuestra sociedad,  podría conducir a su muerte. Y, aunque no acaben con su vida físicamente, sí lo harán social y profesionalmente. La gente dejará de vincularse a ella y, al final, terminará condenada al ostracismo y el aislamiento". La mayor parte de los casos de este tipo de abusos no salen a la luz porque el mismo sistema que hace a las mujeres vulnerables también las obliga a permanecer en silencio. Pero abogados, policías y activistas de una docena de países le contaron a la BBC que la llegada de los teléfonos inteligentes y las redes sociales está generando  una epidemia oculta de chantajes digitales y humillaciones. Pero la situación va más allá del chantaje. Nighat Dad también ha comenzado a observar un vínculo entre los teléfonos inteligentes y la violencia sexual. "Comenzó con fotos íntimas pero ahora hay una  grave conexión con las violaciones", dice la experta. "Antes, los violadores no sabían cómo hacer para silenciar a las mujeres. Pero la tecnología aporta un nuevo aspecto a la violación, que consiste en silenciar a las mujeres haciendo el video y a menazándolas diciéndoles que  si lo cuentan, lo compartirán en internet".
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