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Vender la vida entera

15/08/2019 12:12 PM Comentario(s) Por Foresenics

Los límites que debieran existir.

¿Qué precio le pondría a sus datos financieros? ¿Estaría dispuesto a vender información sobre su ideología política, sus creencias religiosas o sus preferencias sexuales? ¿Cedería sus datos biométricos a cambio de dinero? En un contexto en el que multitud de compañías recopilan la máxima información posible sobre los usuarios de forma gratuita y sacan partido de ella, algunas empresas exploran la posibilidad de pagar a los usuarios por sus datos.

El pasado 29 de julio Google anunció que su próximo smartphone, el Pixel 4, tendrá una función de desbloqueo facial. Para entrenar un sistema de este tipo y mejorar su precisión, se necesita una cantidad ingente de fotografías. Trabajadores de la compañía de Mountain View han recorrido durante unos días las calles de ciudades estadounidenses ofreciendo cinco dólares a quienes aceptaban ceder su imagen con un selfie, según confirmó la propia compañía al medio estadounidense especializado en tecnología The Verge.

“Google ha regalado un cupón de 5 dólares por el dato biométrico más importante y el que es imposible cambiar: el rostro. Así que Google cree que nuestra cara no vale más que un cupón de cinco dólares”, afirma la autora de Datanomics, Paloma Llaneza. Esta abogada experta en protección de datos explica que los datos se protegen legalmente “no por el dato mismo, sino por el impacto que tratarlo de manera automática y masiva tiene para la intimidad, la libertad de expresión, la libertad ambulatoria y tantas otras libertades que son la base de nuestra sociedad y del sistema democrático”.

¿Cómo sería una economía de datos en la que los gigantes tecnológicos tuvieran que pagar por el acceso a los datos? “Una sociedad en la que la defensa de los derechos fundamentales habría perdido clamorosamente, sostiene. Cita la obra Lo que el dinero no puede comprar: Los límites morales del mercado de Michael Sandel para explicar “por qué hay cosas que han de permanecer fuera de, como decían los romanos, el comercio de los hombres”: “El debate no es si le podemos poner precio a las cosas, ni si hay gente que ‘libremente’ esté dispuesta a venderlas por un precio, sino si el plantear su monetización, las degrada degradándonos a todos como sociedad”.

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